domingo, 31 de marzo de 2019

1814. En algún lugar de España.

Estaba Don Narciso
compungido,maldiciendo una vez más esta tierra ya de por sí maldita. Otra oportunidad perdida. Pueblo ignorante , que de una forma contumaz, se negaba a salir del oscurantismo.
Lo llamaban despectivamente afrancesado, pero él se consideraba un buen español. Deseaba que las nuevas ideas, traídas por la ilustración y el siglo de las luces , fructificasen de una vez por todas en su amado País.
Sabiendo que no le quedaba otra que tomar las de Villadiego, quiso platicar un rato con Venancio. Sabia que había defendido a cuchillo la Plaza de Zaragoza y en lo más profundo le admiraba.

-Venancio, ¿Qué tal van las cosas en tu casa?

-Muy bien, ahora que los gabachos ya no están. Calientes se marcharon.

-¿Qué piensas de la libertad y las nuevas ideas?

-Sabe usted Don Narciso que le tengo por docto e instruido. A fe que le tengo ley, pero esos franchutes no vinieron a ilustrarnos, sino a enseñorearse de nuestra tierra, mujeres e hijos. No hay libertad, dónde la dignidad y el honor se pisotea

-Razón llevas, Venancio. Su comportamiento ha sido infame, pero he ahí de nuevo una oportunidad perdida.

-Tenia que haber visto al general Palafox, cuando el mesié Verdier le vino con aquello de "Paz y capitulación". La respuesta fue breve , pero no dejó resquicio a la imaginación, "Guerra y cuchillo"-gritó-,y ese fuego vivo que sólo a cuchilladas se puede templar, nos subió a todos por las venas y este santo pueblo, respondió como sólo él sabe hacerlo, cuando le ponen entre la espada y la pared.¡ Caro hemos vendido el pellejo!. Digno de ver, Don Narciso.

-Calla Venancio, no seas bruto.Ahora volverá el Felón y junto con la curia y ministros incompetentes harán tabla rasa.

-Pues no se enfade usted, que sabe que soy un pobre ignorante, pero ¡Vivan las caenas!. Viva Palafox y viva Agustina de Aragón. El Rey tendrá que sancionar la Constitución que para orgullo del pueblo español, se ha dictado en Cádiz.

-Pobre ignorante, ¿y tú te crees eso?

-A ver que hace el Deseado, que yo no quiero cadenas, pero menos apego le tengo a los gabachos y al "Botella". Cada mochuelo a su olivo y a guillotinar a Francia, que aquí nada se les ha perdido.

- Una guillotina es lo que hacía falta aquí. A mí me queda el exilio, la represión será brutal.

-No le digo a usted que no, que bien hará en cambiar de aires. Usted que puede. Al pueblo nos queda seguir bregando. Fíjese que Napoleón pretendía incorporar a su imperio esta noble nación. ¡Si mi bisabuelo levantara cabeza, a arcabuzazos los corría a todos! . Yo ya no podré poner ninguna pica en Flandes, pero sí la pongo en esta tierra de valientes y a mí, ningún mesié, me ha de robar el aire que respiro.

-Cierto es lo que dices. Esa gentuza no ha sabido tratar a esta noble tierra, tan amable con los extranjeros y tan cruel en su venganza, cuando se les traiciona.

-Vaya usted con Dios, Don Narciso, que este ignorante que está delante suyo, sabe ver sus buenas intenciones para con esta bendita tierra. Sabe usted que no amamos las cadenas. Este pueblo anárquico, no se puede encadenar por mucho tiempo.


Don Narciso emprendió el camino del exilio y meses más tarde, aquellos que gritaban "Vivan las caenas", tal y como bien había pronosticado Venancio empezaron a gritar "Viva la Pepa".

Todavía habrían de tenérselas,con los Cien Mil hijos de su puta madre, pero esa, ya es otra historia.